Ra, el dios del sol

Era el dios más trascendental del panteón egipcio.
por: XIANA SICCARDI

El dios Ra era una deidad universal que tenía poder sobre el cielo, la tierra y el mundo inferior para los antiguos egipcios. Era el más trascendental del panteón, y así lo demuestra que era llamado “El Padre de todos los Dioses” y por ello se construyeron en su honor templos solares, obeliscos, esfinges y grandes pirámides, cuya forma representaba los rayos del sol. 

Su origen mitológico se remonta al inicio de los tiempos. Según las ideas cosmogónicas de Heliópolis, Ra fue el creador supremo, que emergió del caos del Nun -las aguas primigenias-, y dio comienzo a los cielos, la tierra y, así, a los humanos, animales y plantas. 

El dios Ra podía ser representado de muchas formas: desde el habitual disco solar generalmente rodeado por alas protectoras y una cobra lista para escupir fuego a los enemigos -ureo-, a los rayos saliendo de él antes del periodo de el-Amarna. Y aunque Ra no tenía aspecto completamente humano, sí existen múltiples manifestaciones de la deidad con formas semi humanas, con cabeza de halcón, carnero o escarabajo, entre otros animales, luciendo el ureo en la frente. 

No es de extrañar que Ra impresionase a los antiguos egipcios teniendo en cuenta que los textos le describen como un dios con la carne de oro, los huesos de plata y el pelo color azul lapislázuli.

Su importancia llegó a ser tan grande que, a partir de la dinastía V, casi todos los dioses del panteón egipcio sufrieron una solarización que fue consolidándose en el Reino Medio. Así, los dioses fueron recibiendo el nombre de ra a los suyos propios, como ocurrió con Amón-Ra, Montu-Ra, Horus-Ra o Sobek-Ra. Sólo Ptah, el dios de la ciencia y conocedor del tiempo y el calendario, no sufrió esta fusión.

El dios Ra marcó completamente el pensamiento de los antiguos egipcios, porque junto con otro dios llamado Hapi, el dios del Nilo, marcaría las dos líneas que definirían el cosmos egipcio: el Este-Oeste sería el Sol, y el Norte-Sur, el Nilo. Parece ser, también, que en una fecha muy temprana, Ra -el Sol en su cénit- se fusionó con el dios halcón, convirtiéndose en Ra-horakhty, representando al Sol matutino, y también lo haría con Atum para mostrar el Sol vespertino.