Hace tres mil años, el Arca fue creada por el pueblo de Israel, según el mandato personal de la divinidad, en el Monte Sinaí y trasportada posteriormente a Jerusalén. Allí, en el Templo, fue adorada como el más divino de los objetos sagrados. Se trataba de la reliquia que justificaba la relación directa de Dios con su pueblo elegido en la Tierra. Sin embargo, en algún momento de este remoto pasado, el Arca desapareció. Los diferentes indicios que los textos legaron dieron origen a una búsqueda que ha inspirado a creyentes y cazadores de fortunas durante milenios, convirtiendo el Arca en uno de los tesoros más codiciados desde la época de las cruzadas hasta la actualidad.
En el siglo XVIII, el naturalista, explorador y geógrafo británico James Bruce, viajero incansable, estuvo más de doce años en la búsqueda de las nacientes del Nilo Azul. Por su capacidad lingüística fue nombrado cónsul británico en Argel, lo que le sirvió para visitar países africanos como Abisinia (actual Etiopía), de donde se llevó un antiguo ejemplar del Kebra Negast y el Libro de Enoc, libros sagrados etíopes que hablan sobre el paradero del Arca. , tiempo después ambos manuscritos fueron donados a la biblioteca Bodleiana de Oxford.
Y en 1989 un periodista británico llamado Grahan Hancock, hizo una declaración que sacudió al mundo. La legendaria Arca Perdida no se encontraba tan perdida en realidad sino a salvo, escondida en una iglesia de Etiopía a donde había sido trasladada secretamente hace más de mil años. La Biblia narra que en tiempos de Salomón, Jerusalén fue visitada por la misteriosa reina de Saba. Cuenta la leyenda que de la unión de Salomón y la reina Saba nació Menelik I, primer rey de Etiopía. Años más tarde Menelik fue enviado a casa de su padre en Jerusalén para recibir educación hebrea. A pesar de los esfuerzos de Salomón para que se quedara, Menelik regresó a Etiopía con el primer hijo del sumo sacerdote, y se llevaron consigo el Arca. Ya en su reino, la custodiaron en un templo en una isla del lago Tana, en el nacimiento del río Nilo, donde permaneció por ochocientos años. Posteriormente, se llevó el Arca a Axum y se colocó en la Iglesia de Santa María de Sion donde reposa desde entonces. De hecho, en el libro de Hancock se plantea la teoría de que el verdadero motivo de James Bruce para visitar Etiopía era descubrir si realmente los etíopes tenían el Arca de la Alianza y robarla para la Orden de los Masones escoceses. Esta aventura pretende descubrir los secretos que rodean al Arca de la Alianza, sin duda el artefacto religioso más mítico del Antiguo Testamento, siguiendo los pasos de todos estos personajes.